NEGRO, TAL VEZ


Me teñí el pelo del color más oscuro, del color más oscuro según su reflejo. Recuerdo que lejos de él yo era feliz, no tenía dolores – paraderos en donde esperar, un talón menos, o la simple capacidad de reconocerlo sólo en su rostro. El aliento que me quita lo deconstruye, termina diciendo que todo es suyo, que todo le pertenece, nada nos queda por hacer. Imagino que se apiada de los otoños, del bosque que cae de mi cuerpo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta cómo dejas un ribete suelto en la narración, para luego retomar y encasillar una intriga en un par de ojos ya enlodados