AMOR DE LOS HUERFANOS


Imagino que sufre, que sufre hacia adentro costumbre del llanto, me pregunta por su silencio, mi calma, crecer entre sus olvidos equivale a un corazón medio roto. Sabemos que el resto no importa, ni su alegría o entusiasmo, nacimos llorando, con los gritos de mi madre torciendo el cordón umbilical y un mal olor incrustado en nuestros nombres. En la profundidad de su ombligo tejo el esqueleto de mi hijo, una intriga con forma de enredadera que me jala del pelo y lo ata al orgullo de su boca partida. Inevitable arder en él, rajarme los parpados, escurrir misericordia.

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